IV. Esto no
tiene por qué ser así
1. Si no
puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. 2Pero
que sí escuchas a la voz de tu ego lo demuestran tus actitudes, tus
sentimientos y tu comportamiento. 3No obstante, eso es lo que
quieres. 4Eso es por lo que luchas y lo que procuras proteger
manteniéndote alerta. 5Tu mente está repleta de estratagemas para
hacer quedar bien al ego, pero no buscas la faz de Cristo. 6El
espejo en el que el ego trata de ver su rostro es ciertamente tenebroso. 7¿De
qué otra manera, sino con espejos, podría seguir manteniendo la falsedad de su
existencia? 8Con todo, dónde buscas para encontrarte a ti mismo
depende de ti.
2. He dicho
que no puedes cambiar de mentalidad modificando tu conducta, mas he dicho
también, y en muchas ocasiones, que puedes cambiar de mentalidad. 2Cuando
tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así
siempre que no te sientes contento, reconoce entonces que ello no tiene por qué
ser así. 3En cada caso, has pensado mal acerca de algún hermano que
Dios creó, y estás percibiendo imágenes que tu ego forja en un espejo
tenebroso. 4Examina honestamente qué es lo que has pensado que Dios
no habría pensado, y qué no has pensado que Dios habría querido que pensases. 5Examina
honestamente tanto lo que has hecho como lo que has dejado sin hacer, y cambia
entonces de mentalidad para que así puedas pensar con la Mente de Dios. 6Esto
puede parecer difícil, pero es mucho más fácil que intentar pensar al revés de
como piensa Él. 7Tu mente y la de Dios son una. 8Negar
esto y pensar de otra manera ha conservado a tu ego intacto, pero ha dividido
literalmente a tu mente. 9Como hermano que te ama, tu mente es de
suma importancia para mí, y te exhorto a seguir mi ejemplo cuando te contemples
a ti mismo y cuando contemples a tu hermano, y a que veas en ambos las
gloriosas creaciones de un Padre glorioso.
3. Cuando te
sientas triste, reconoce que eso no tiene por qué ser así. 2Las
depresiones proceden de una sensación de que careces de algo que deseas y no tienes. 3Recuerda que no careces de nada,
excepto si así lo decides, y decide entonces de otra manera.
4. Cuando sientas ansiedad, date cuenta de que la ansiedad procede de los
caprichos del ego. aReconoce que
eso no tiene por qué ser así. 2Puedes estar tan alerta contra
los dictados del ego como en su favor.
5. Cuando te sientas culpable, recuerda que el ego ciertamente ha violado
las leyes de Dios, pero tú no. 2Los
"pecados" del ego déjamelos a mí. 3Ése es el propósito de
la Expiación. 4Pero hasta que no cambies de parecer con respecto a
aquellos a quienes tu ego ha herido, la Expiación no podrá liberarte. 5Si
te sigues sintiendo culpable es porque tu ego sigue al mando, ya que sólo el
ego puede experimentar culpabilidad. 6Eso
no tiene por qué ser así.
6. Vigila tu mente contra las tentaciones del ego, y no te dejes engañar
por él. 2No tiene nada que ofrecerte. 3Cuando hayas
abandonado ese des-ánimo voluntario, verás como tu mente puede concentrarse,
trascender toda fatiga y sanar. 4No obstante, no te mantienes lo
suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para poder librarte
de ellas. 5Eso no tiene por
qué ser así.
7. El hábito de colaborar con Dios y Sus creaciones se adquiere
fácilmente si te niegas diligentemente a dejar que tu mente divague. 2No
se trata de un problema de falta de concentración, sino de la creencia de que
nadie, incluido tú, es digno de un esfuerzo continuo. 3Ponte de mi
parte sistemáticamente contra este engaño, y no permitas que esa desafortunada
creencia te retrase. 4Los descorazonados no pueden ayudarse a sí
mismos ni me pueden ayudar a mí. aSin embargo, sólo el ego puede sentirse descorazonado.
8. ¿Te has detenido a pensar seriamente en las muchas oportunidades qué
has tenido de regocijarte y en cuántas has dejado pasar? 2El poder
de un Hijo de Dios es ilimitado, pero él puede restringir la expresión de su
poder tanto como quiera. 3Tu mente y la mía pueden unirse para
desvanecer con su luz a tu ego, liberando la fuerza de Dios para que reverbere
en todo lo que hagas o pienses. 4No te conformes con menos, y
niégate a aceptar como tu objetivo nada que no sea eso. 5Vigila tu
mente con sumo cuidado contra cualquier creencia que se interponga en el logro
de tu objetivo, y recházala. 6Juzga por tus sentimientos cuán bien
has hecho esto, pues ése es el único uso acertado del juicio. 7Los
juicios, al igual que cualquier otra defensa, se pueden utilizar para atacar o
para proteger, para herir o para sanar. 8Al ego se le debe llevar a juicio y allí declararlo
inexistente. 9Sin tu lealtad, protección y amor, el ego no puede
existir. 10Deja que sea juzgado imparcialmente y no podrás por
menos que retirarle tu lealtad, tu protección y tu amor.
9. Eres un espejo de la verdad, en el que Dios Mismo brilla en perfecta
luz. 2Al tenebroso espejo del ego no tienes sino que decirle:
"No voy a mirar ahí porque sé que esas imágenes no son
verdad". 3Deja entonces que el Santísimo brille sobre ti en
paz, sabiendo que así y sólo así es como debe ser. 4Su Mente
resplandeció sobre ti en tu creación y le dio existencia a tu mente. 5Su
Mente resplandece todavía sobre ti y no puede sino resplandecer a través de
ti. 6Tu ego no puede impedir que Dios resplandezca sobre ti, pero sí
puede impedirte que le dejes resplandecer a través de ti.
10. El Primer Advenimiento de Cristo no es más que otro nombre para la
creación, pues Cristo es el Hijo de Dios. 2El Segundo Advenimiento
de Cristo no significa otra cosa que el fin del dominio del ego y la curación
de la mente. 3Al igual que tú, fui creado en el primero, y te he
llamado para que te unas a mí en el segundo. 4Estoy a cargo del
Segundo Advenimiento, mi juicio,
que se usa solamente como protección, no puede ser erróneo porque nunca ataca. 5El
tuyo puede estar tan distorsionado que hasta creas que me equivoqué al
escogerte. 6Te aseguro que eso es un error de tu ego. 7No
lo confundas con humildad. 8Tu ego está tratando de convencerte de
que él es real y de que yo no lo soy, ya que si yo soy real, no puedo ser más
real que tú. 9Ese conocimiento -y te aseguro yo que es conocimiento- significa que Cristo ha
venido a tu mente y la ha sanado.
11. Yo no ataco a tu ego. 2Trato con tu mente superior -la
morada del Espíritu Santo- tanto si estás dormido como si estás despierto, al
igual como tu ego trata con tu mente inferior, que es su hogar. 3Me
mantengo alerta por ti con respecto a esto porque tú estás tan confundido que
te resulta imposible reconocer tu propia esperanza. 4No estoy
equivocado. 5Tu mente optará por unirse a la mía, y juntos somos
invencibles. 6Tu y tu hermano os uniréis finalmente en mi nombre, y
vuestra cordura os será restaurada. 7Resucité a los muertos porque
sabía que la vida era un atributo eterno de todo lo que el Dios viviente creó. 8¿Por
qué crees que habría de ser más difícil para mí inspirar a los des-animados o
estabilizar lo inestable? 9Yo no creo que haya grados de dificultad
en los milagros; tú sí. 10Te he llamado y tú responderás. 11Yo
comprendo que los milagros son acontecimientos naturales porque son expresiones
de amor. 12El que yo te llame es tan natural como el que tú me
respondas, e igualmente inevitable.
LECCIÓN
36
Mi
santidad envuelve todo lo que veo.
1. La idea de hoy
extiende la idea de ayer del que percibe a lo percibido. 2Eres santo
porque tu mente es parte de la de Dios. 3Y puesto que eres santo, tu visión no
puede sino ser santa también. 4"Impecabilidad" quiere
decir libre de pecado. 5No se puede estar libre de pecado sólo un
poco. 6O bien eres impecable o bien no lo eres. 7Si tu
mente es parte de la de Dios tienes que ser impecable, pues de otra forma parte
de Su Mente sería pecaminosa. 8Tu visión está vinculada a Su
santidad, no a tu ego, y, por lo tanto, no tiene nada que ver con tu cuerpo.
2. Hoy se requieren cuatro sesiones de práctica
de tres a cinco minutos cada una. 2Trata de distribuirlas
equitativamente y de hacer las aplicaciones más cortas a menudo para así
asegurar tu protección durante todo el día. 3Las sesiones de
práctica más largas deben hacerse de la siguiente forma:
3. Cierra primero los ojos y repite la idea de
hoy varias veces lentamente. 2Luego ábrelos y mira a tu alrededor
con bastante lentitud, aplicando la idea de manera específica a cualquier cosa
que notes en tu ligera inspección. 3Di, por ejemplo:
4Mi santidad envuelve esa alfombra.
5Mi santidad envuelve esa pared.
6Mi santidad envuelve estos dedos.
7Mi santidad envuelve esa silla.
8Mi santidad envuelve ese cuerpo.
9Mi santidad envuelve esta pluma.
10Cierra los ojos varias veces durante estas
sesiones de práctica y repite la idea para tus adentros. 11Luego
ábrelos y continúa como antes.
4. Para las sesiones de práctica más cortas,
cierra los ojos y repite la idea; mira a tu alrededor mientras la repites de
nuevo y finaliza con una repetición adicional con los ojos cerrados. 2Todas
las aplicaciones, por supuesto, deben llevarse a cabo con bastante lentitud y
con el menor esfuerzo y prisa posibles.
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